viernes, 20 de agosto de 2010

TENGO FE EN LA CIENCIA MEXICANA

Por: Joel Jiménez Lozano*

En una encuesta realizada por el diario EL PAIS [1], ocho de cada diez mexicanos considera que la labor de los científicos es de las más importantes para la sociedad comparada con otras profesiones. Sin embargo, esta alentadora visión es opacada categóricamente por el resultado de que seis de cada diez mexicanos piensan que la astrología, el conocimiento de los signos del zodiaco y la parasicología son ciencias. Y más aún que ocho de cada diez adultos en nuestro país cree firmemente eso de que la fe mueve montañas y el 71 por ciento está convencido que existen los milagros. Esto trae severos “traumatismos” en lo que se considera científico, por ejemplo, un gran número de mexicanos considera científicos a Jaime Maussán, popular relator de episodios con objetos voladores no identificados y “extraterrestres”, Madam Sazú, síquica que en breves consultas telefónicas da números para ganar la lotería ó solucionar problemas de toda índole, y el no menos afamado “investigador” de lo paranormal Carlos Trejo.

Estos datos no sorprenderán a algunos e inclusive harán recordar los ilustres comentarios del peculiar ex Presidente de México, el Lic. Vicente Fox, donde él aseveró que la crisis económica se debía a una convergencia de los astros en el sentido negativo, de vibras negativas. Aún cuando sus declaraciones pudieran ser solo palabras al aire, la analogía deja mucho que desear viniendo de un jefe de Estado.

En el momento uno podría preguntarse, Entonces ¿qué es ciencia?, para responder a esta cuestión podemos consultar la sencilla definición del distinguido científico y doctor Ruy Pérez Tamayo, él define a la ciencia y tecnología de la siguiente manera [2]:

I.Ciencia: actividad humana creativa cuyo objetivo es la comprensión de la Naturaleza y cuyo producto es el conocimiento, obtenido por un método científico organizado en forma deductiva y que aspira a alcanzar consenso entre los expertos relevantes.
II.Tecnología: actividad humana creativa cuyo objetivo es la transformación de la Naturaleza y cuyos productos son bienes de consumo y/o servicio.
La ciencia no pretende ser ni absoluta, ni autoritaria, ni dogmática. Todas las ideas, hipótesis, teorías; todo el conocimiento científico está sujeto a revisión, a estudio y a modificación. El conocimiento que tenemos representa las hipótesis científicas y teorías respaldadas por observaciones y experimentos.

¿Y que pasa con la ciencia en México?, en palabras de la presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias la bióloga Rosaura Ruiz Gutiérrez [3], “el sistema científico aun no desempeña todavía un papel central en el desarrollo cultural y social del país, ni esta conformado en el esquema social y productivo de México, ni constituye aun parte indisoluble de su vida diaria. Hay logros y rezagos, pero el balance nos obliga a admitir que el impacto de la ciencia, las humanidades y la tecnología no es ni lejanamente lo que México requiere”. Es bien sabido que la falta de inversión es una de los principales causantes del status quo de la ciencia y tecnología mexicanas. La UNESCO, una de las agencias de las Naciones Unidas especializadas en el tema, señala que para ser un país competitivo debería al menos destinarse 1 por ciento del PIB al desarrollo de la ciencia y tecnología. Es usual que al político activo cuando se le cuestiona al respecto de esta situación suele defender el apoyo a la ciencia con macahuitl en mano cual guerrero azteca, sin embargo, como sucede habitualmente el discurso político y la acción no van de la mano, es por ello que del 2003 al 2007 el porcentaje para ciencia y tecnología decreció de 0.43 a 0.35 por ciento del PIB y el presupuesto asignado para el 2010 es de 0.34 por ciento. Datos en verdad muy preocupantes. Una de las desagradables secuelas de este descuido (por gobernantes y ciudadanos) es nuestra confusa visión de lo que entendemos por ciencia.

Es importante aclarar cuales son algunos de los beneficios que ofrece la ciencia como parte integral de una cultura, entre una de sus ventajas permite evitar la recurrencia del hombre a la autoridad para resolver sus dudas, fomenta su búsqueda de respuestas dentro de un marco racional situado en la realidad y de acuerdo a principios de valor objetivo que excluyen el dogma y las situaciones mágicas como criterios de validez para aceptarlas. Desarrolla una madurez intelectual entre nuestras virtudes personales y permite descartar con mayor facilidad entre la demagogia y la verdad. Asimismo, las naciones que la adoptan amplían su desarrollo y progreso económico, además de mejorar las capacidades de la fuerza laboral con la creación de nuevos conocimientos y tecnologías. Al mismo tiempo, es parte esencial en el progreso de sus sistemas de salud y seguridad.

Desde el punto de vista personal podríamos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para integrar a la ciencia como parte de nuestra cultura?, es claro que el problema es muy complejo y la recuperación deberá emanar de la sociedad misma y es por ello que a cada uno de nosotros nos corresponde participar en su florecimiento, unas sugerencias son las siguientes:

Apagar la televisión por un tiempo y desarrollar el hábito de la lectura. Leer sobre temas de ciencia, historia y humanidades.
Fomentar el interés científico en el hogar, con nuestros amigos y vecinos. Conversar, discutir y escribir lo que aprendamos. Asistir a museos y exposiciones artísticas y científicas.
Participar en la elección de los futuros gobernantes y demás representantes políticos. Analizar que sus propuestas incluyan el uso de la ciencia y la tecnología para beneficio de la sociedad. Verificar que su historial profesional-académico ameriten su elección a fin de proveer confianza en el futuro desempeño de sus funciones.
Al representante político en acción, exigirle el formalizar sus propuestas y participar en el logro de esas metas. Pedir la construcción de nuevas bibliotecas y la mejora de las existentes.
Cumplir de manera ética e íntegra con nuestras obligaciones personales y profesionales.
Ser optimistas en nuestra vida diaria y en cualquier trabajo en el que nos desenvolvamos.
Para finalizar solo queda agregar que la ciencia no engaña, el engaño esta en quien no sabe. El verdadero cambio esta en nosotros mismos.



Referencias:

[1] De las Heras, M., La ciencia de los milagros, EL PAIS, 29/03/2010.

[2] Pérez Tamayo, R., Ciencia, ética y sociedad, El Colegio Nacional, 1991.

[3] Ruiz Gutiérrez, R., Ciencia para el desarrollo de México, La Jornada, sección LaJornada en la ciencia.


* Investigador Postdoctoral, Universidad de Notre Dame, EUA.

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